EL OSCURO NEGOCIO DEL TRAFICO DE MENORES CRECE EN LAS FRONTERAS DEL PAIS
Venden chicos por 3.000 pesos para trabajo esclavo
A 1241 kilómetros de Buenos Aires se encuentra la ciudad formoseña de Clorinda, que limita con Paraguay y se convirtió en el último tiempo en centro de todas sospechas de las organizaciones que luchan contra el trabajo esclavo infantil, la trata de menores para la explotación sexual y la utilización de chicos para el tráfico de drogas. Incluso, se denuncia que los nenes tienen un precio de 3.000 pesos y las chicas jóvenes alrededor 6.000 pesos, que pasan a ser propiedad de grupos mafiosos que operan en todo el país y el extranjero.La delicada situación, que se repite en otros pasos fronterizos del país -caso Triple Frontera-, forma parte de los temas “de agenda urgente” que viene abordando el Ministerio de Seguridad nacional, al punto que se están reforzando los gabinetes especializados en los puestos de Gendarmería. “Es un desafío que tenemos por delante. Se viene una etapa de refuerzos en torno a los recursos y mayor presencia en los lugares más complicados”, consignó un jefe policial de la fuerza, que trabaja en el norte del país. “Clorinda es un problema que denunció recientemente la Red Infancia Robada, a través de Marta Pelloni, que realiza un trabajo muy serio. No es el único lugar en el país donde hay zona liberada para estos negocios, llevados a cabo por organizaciones mafiosas que se aprovechan de la vulnerabilidad de los chicos. Incluso las víctimas están tarifadas. Es que el crimen organizado funciona de esa manera, le pone precio a todo. Un chico vale 3.000 pesos, una nena 6.000 pesos, una coima 3.500 pesos, desarmar una causa judicial 50.000 pesos”, expresó Gustavo Vera, de la asociación La Alameda. Recientemente, la religiosa Pelloni participó de unas jornadas de capacitación en Clorinda, tras lo cual realizó fuertes denuncias plasmadas en una carta. Allí relató que los chicos son utilizados para el traslado de drogas y mercadería, pero también con fines de explotación sexual. “Compran sexo con chicos y pagan con teléfonos celulares o zapatillas”, contó la referente social, precisando que los vecinos del lugar “no dudaron en decirnos del tráfico de órganos”.
Fronteras vulnerables
Por su parte, la religiosa Estela Gómez, que trabaja en la lucha contra este flagelo en Formosa encabezando la ONG Nuestra Casa Grande, expresó que “la realidad es que las fronteras del país, no sólo en Clorinda, son muy vulnerables a posibles abusos, condiciones insalubres y de explotación, por eso es necesario que las autoridades destinen recursos y se genere conciencia entre la población de este enorme problema, con el objetivo de generar políticas preventivas”. Asimismo, precisó -en línea con el vocero de Gendarmería- que “en este momento asumimos juntos el compromiso de articular acciones con diferentes organizaciones, con las autoridades, con las fuerzas de seguridad. Estas, han mostrado disposición para coordinar esfuerzos. Iremos viendo como se concretan. También nuestro deseo es sensibilizar a la población y ejecutar políticas públicas.” Desde la Casa del Encuentro, su presidenta Fabiana Tuñez comentó que “en zonas como Clorinda faltan políticas públicas integrales, hablamos de espacios que son tierra de nadie, que constituyen realidades que no son nuevas y lamentablemente crecen con los años”, agregando que “se necesita un mayor compromiso social para erradicar estas prácticas aberrantes, presionando a los sectores que toman decisiones y generando cambios culturales profundos”. En ese sentido, fue contundente al afirmar que “hay oferta de chicos esclavizados sexualmente, existe la industria mafiosa que capta menores para tareas laborales denigrantes, porque al mismo tiempo hay una fuerte demanda, entonces es un problema de todos, de la sociedad en su conjunto”.
Por MAXIMILIANO MONTENEGRO
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